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Angel Colom ha comparecido en la Comisión de Investigación de los hechos del Palau y se ha mofado de los diputados. Es curioso que los “grandes patriotas” que pretenden convertir a Cataluña en Nación, sin embargo, cuando se ven descubiertos con las manos en la caja, son capaces, incluso, de despreciar las instituciones que dicen venerar. En la Cámara, Colom ha desplegado todo un repertorio de desplantes, olvidos y burlas con la sonrisa cómplice de sus compañeros de CiU. Ha quedado acreditado, Colom hace pocas cosas gratis y, probablemente, intentará cobrar sus servicios a la coalición nacionalista mediante su incorporación a las listas autonómicas en un puesto de salida. La Cámara ganará un diputado cínico e histrión, desmemoriado, que dice no leer lo que firma, que se pone muy contento cuando le pagan miles de euros y que no cumple con sus obligaciones fiscales. El típico patriota que cuando se ve pillado cuenta batallitas nacionalistas con las que trata de desviar la atención de sus faltas.
Pero no ha sido el único que ha desmerecido a la Cámara. El Presidente del Parlamento ha actuado hoy como un convencido militante de ERC y, una vez más, ha obviado su papel institucional. Solemne, sobreactuando, ha declarado que la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña provoca una crisis de Estado. Confunde, el Presidente independentista del Parlamento, deseo y realidad. La sentencia del Tribunal Constitucional, en contra de lo pregonado por los vaticinadores del cataclismo, refuerza al Estado. Quien tanto demanda respeto a sus instituciones no puede demonizar ni ridiculizar las que considera ajenas y quien así obra desgraciadamente desmerece la institución que preside.
José Domingo
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