miércoles, 14 de diciembre de 2011
EL NACIONALISMO COMO PRETEXTO
Ni currículos ni nada parecido: está visto que no hay nada para colocarse, aún en una época de crisis galopante, como abrazar un nacionalismo extremo… Y todavía quedamos ingenuos queriéndole enmendar la plana al mismísimo Antoine-Louis-Claude Destutt.
Lo que determina una nación a la que adorar como si de un dios se tratara, es bastante incomprensible, pues en cada lugar del mundo donde aparece tan rentable tendencia para quienes la controlan -¿qué sería de Jordi Pujol, Mas, Carod-Rovira, Otegi, etc. sin el nacionalismo?- sus características difieren de las que ponen como prioridad nacionalistas de otros lugares en sus feudos. Sin ir más lejos, lo podemos constatar en los nacionalismos peninsulares: En el de Cataluña, parece que lo importante es la lengua, que, a pesar de ser una lengua importada e impuesta por la soldadesca romana, desatendiendo su origen, pasa a ser etiquetada con el pomposo título de “legua propia”. Los vascos, en cambio, a los que la muerte de Franco parece que les pilló en bragas o con el paso cambiado y con un conocimiento prácticamente nulo del vasco, así que vieron en la necesidad de inventarse qué era lo que más les hacía vascos: Se intentó hasta con el RH, pasando por una ikurriña demasiado joven -un invento nada menos que de Sabino de Arana- para justificar una patria antigua , así que al final lo que más parece haberles funcionado es la antigua afición de estos grupos separatistas al uso de las armas… y con un puñado de muertos como aval y el miedo de todos los que se envalentonan al lado de los criminales, al final han conseguido lo que querían, algo muy bien remunerado: la política como modus vivendi.
Si después de tanto asesinato, ahora resulta que se “rinden” –sin rendición- a cambio de un plato de lentejas, cabe pensar que lo que querían era una buena ocupación sin tener que someterse a los horarios universitarios y eso. Porque de otra manera no se entiende.
Los nacionalistas catalanes, más de lo mismo, excluyen y la competencia tampoco se establece en las aulas universitarias, que da mucho palo, es mejor echar a quienes puedan tener mejores aptitudes y poner como filtro el de la lengua: “O te sometes, o paso yo por delante”.
Triste. Pero vuelvo a pensar que, en estos asuntos, el Conde de Tracy sobra, que lo del nacionalismo no se lo tragan ni los tiburones… bueno, esa otra parte que vota las proposiciones nacionalistas, esos sí se lo creen, los pobreticos.
De los demás nacionalismos, no merece la pena ni mencionarlos, ya que son, con sus pequeñas peculiaridades, meros imitadores de los anteriores, en pos de lo mismo.
Lo bien cierto es que han conseguido, construir esa especie de gigantes, contra los que aparentemente se puede hacer poco. Digo aparentemente, porque si ellos han conseguido forjar ese monstruo descomunal, quienes queremos luchar por los derechos que como ciudadano nos van conculcando día a día, podemos hacer mucho, si nos olvidamos de nuestras ínfulas de “nosequé” y aunamos esfuerzos para vencer a ese Goliat con un “ejército” (lo digo metafóricamente, que conste) de montones de “davides”. No hay otra, está claro: ellos sólo buscan el posicionamiento social, nosotros la justicia social.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
SOBRE LA DEUDA, DÉFICIT Y REFORMA CONSTITUCIONAL
Creo que se está produciendo demasiado ruido sobre la reciente reforma constitucional. Entiendo por ruido el exceso de argumentación interesada y ajena al lo principal del asunto. Es por ello que expongo lo que, a mi juicio, se debe comentar, si se tiene la intención de separar el grano de la paja.
Lo primero a reseñar es que esta reforma ha venido condicionada, sino impuesta, por Europa. En concreto por el Banco Central Europeo (BCE). Es el precio de intervenir en el mercado de la deuda de España para que ésta deje de estar expuesta a la llamada especulación o voracidad del mercado.
El BCE acepta salirse de sus funciones para añadir estabilidad y evitar (al menos por ahora) que la bancarrota se extienda más allá de Grecia, Irlanda e Islandia. Lo hace porque el próximo paso de la debacle alcanzaría a Portugal, España, Italia… y quién sabe si aquí pararía o alcanzaría a otros “grandes”. Ello significaría que el futuro del euro y de la idea de Europa se esfumaría, quizá definitivamente.
La petición del BCE se comprende perfectamente. Lo que pide es seriedad, por lo que obliga a asumir compromisos más consistentes que las palabras y promesas habidas con antelación; y ello porque conoce la incapacidad de la estructura política española para actuar con consenso y con eficacia
Hay, por tanto, una imposición ajena a “la soberanía nacional”, y por ende, un menoscabo de la misma. Ahora bien, España también es Europa, y no precisamente un apéndice. Por eso, a la crítica de esa pérdida se debe puntualizar que la acompaña una ganancia. Es decir, se pierde nacional y se gana europea, y ello, porque se da un paso hacia adelante en la consolidación de Europa, y nosotros también somos Europa. Esto es así aunque sea difícil percibirlo en lo inmediato. No se olvide que la supervivencia europea pasa por avanzar en la unificación política y que las situaciones de crisis sirven de catalizadores históricos.
Esta reforma se ha producido mediante un acuerdo rápido entre PP y PSOE; razón que fundamenta una buena parte de las críticas en circulación. Críticas que deben ser matizadas. El pacto era necesario y contaba, por diversas razones, con poco tiempo para su materialización. Además, se sabe que venía impuesto. Desvirtuarlo con florituras para contentar a todos no habría colado.
Pero es que es necesario preguntarse: además de PP y de PSOE, ¿hay actualmente algún partido que reúna vocación y posibilidad de responsabilizarse del gobierno central? Con ambas condiciones, ninguno; por ello, a los dos grandes les ha tocado bailar con la fea, es de agradecer que lo hayan asumido.
Los demás partidos deberían haber colaborado con más realismo y haber prestado su apoyo, ya que cuando uno solo está en condiciones de coadyuvar no puede jugar a poner sobre la mesa su programa máximo como condición.
Comprender a IU y a UPyD, partidos de ámbito nacional, con vocación de intervenir en el gobierno, es relativamente fácil. Que se rebelen contra el PP y el PSOE se explica por el fraude implicado en el sistema electoral, que desvirtúa la correlación del apoyo ciudadano que obtienen con la representación de diputados que el sistema les asigna. Eso, que es un asunto sangrante y pendiente, tiene que corregirse, porque a quien se perjudica de verdad es a los ciudadanos, que tienen el derecho a ser representados en igualdad de condiciones.
Se ha elegido la vía sin referéndum. También esta opción ha merecido bastantes condenas. Sin embargo, es una vía prevista por la propia Constitución, y por algo la previeron los redactores constituyentes. El calendario y los medios para su organización no facilitaban demasiado la consulta, aunque habría cabido aprovechando la movida de las próximas elecciones generales. Sin embargo, su eficacia frente a la exigencia europea y frente a la “voracidad” especulativa habría sido notablemente menor. Aún así, los críticos con esta decisión, si creyeran que ello cambiaría el resultado de su aprobación, podrían recurrir al Constitucional.
Otro filón para las críticas ha venido de los partidos nacionalistas. Argumentan que se produce una laminación de las competencias autonómicas y una invasión de su “soberanía”. Sus propuestas eran que cada autonomía decida su tope de déficit fiscal. Además, aprovechando que se toca la Constitución, que sea para incluir sus horizontes utópicos: autodeterminación de los pueblos, derecho a decidir, límites de su aportación a la hacienda, la singularidad insular… en fin, ir a Europa con la propuesta de 17 límites distintos en un solo país resultaría más pintoresco que la peineta y las castañuelas, ¡y estos son los que van de avanzados y se avergüenzan de la España de zarzuelas y pandereta!
Por parte de la izquierda más concienciada se ha criticado, y con bastante razón, que se pierde un instrumento para la realización de políticas sociales y, por tanto, que se ataca al Estado del Bienestar. Debo reconocer mi osadía para opinar sobre materias reservadas a la economía y a la política económica; lo hago con lo que mi sentido común me conforma a mí mismo.
Es cierto que recurrir al déficit del Estado permite afrontar acciones de gobierno que, juzgadas necesarias, no se podrían acometer si no es endeudándose. Es cierto que las deudas son aplazables y, con frecuencia, las necesidades no, especialmente las sociales y perentorias. Es cierto que políticas de largo alcance no se podrían realizar si no es con programas de amortización a largo plazo.
Es como cuando uno, en su vida privada, tiene que pedir un préstamo ante una enfermedad maligna o ante una situación de emergencia. Es de lógica pensar que es mejor estar endeudado que muerto; también hay que optar por hipotecarse antes que encontrarse a la intemperie, porque se te ha caído la casa.
Sin embargo, las comparaciones aludidas, aparte de su utilidad didáctica, tienen una función escasa, y ello porque las realidades comparadas son esencialmente diferentes. Una persona empieza y acaba en sí misma, a lo sumo en un entorno familiar y de fiadores limitado y con una perspectiva vital escasa y previsible. Un estado, un país dispone de muchísimos más resortes, tanto de garantías como de temporalidad, y sobre todo, de recursos.
Hay algo común en las deudas, ya sean privadas o públicas: siempre hay que pagarlas; cuando no se hace, viene el quebranto. En el caso de las privadas afecta al deudor y a su entorno más inmediato, en el caso de las públicas afecta al Estado, es decir, a todos y cada uno de sus ciudadanos.
Recurrir al déficit público no es necesariamente de izquierdas; en muchos casos no lo es en absoluto. De igual manera, hipotecarse no siempre es una decisión sensata para disfrutar de bienes antes de poder pagarlos. La situación española actual proporciona demasiados ejemplos del mal uso del déficit; tanto de los entes públicos como de las deudas privadas. Es tan dañino construir aeropuertos donde nunca habrá aviones, como comprarse un coche aprovechando la hipoteca concedida para un piso. En nuestro caso, ambas cosas tienen el mismo sustrato: nos hemos creído más ricos de lo que somos.
Creo que, aún siendo lego en la materia, puede afirmarse que es preciso diferenciar entre gastar e invertir. Aunque es más fácil delimitar las palabras que la realidad concreta, parece sensato reconocer que la compra de una vivienda se asimila a una inversión mientras que la compra de un yate de recreo se suele catalogar de gasto. Actuar sobre necesidades y aspirar a bienes duraderos suele dar mejores frutos que actuar sobre caprichos y que gastar en bienes de vida efímera, aún admitiendo que definir lo que es necesario y lo que es una inversión admite un amplio campo de subjetivismo.
Decía que recurrir al déficit no es necesariamente de izquierdas. De hecho, dejar a un país vacío de recursos y cargado de deudas es lo propio de las dictaduras depredadoras, de los clanes familiares incrustados, de los iluminados militaristas, de los regímenes corruptos y represores… también de los sublimadores de patrias y de las administraciones irracionales y megalómanas.
¿Es de izquierdas tener que acudir a la deuda para poder seguir pagando los intereses de la deuda? Acudir a la deuda es demasiado atractivo para los gobernantes. A diferencia de los particulares, que son obligados a pagar, los políticos pueden apuntarse en su haber el gasto y la inversión y dejar para los que vengan las consecuencias.
Si el recurso a la deuda se dificulta, ello no implica que se dejen de atender ni de ejercer políticas de desarrollo y de atención social. Lo que implica es que se tendrá que ser más eficaz y más equitativo a la hora de recaudar y a la hora de gastar. Es obligación histórica de la izquierda potenciar el papel compensador del Estado frente a las desigualdades que genera la libre economía; también lo es explicarlo, exigirlo y gestionarlo.
Lo que realmente es de izquierdas es no bajar la guardia ante esa variedad de depredadores de lo público y participar activamente en la política, sea en el papel que sea, porque detrás de todas y cada una de esas desviaciones hay un discurso justificador y un aparato propagandístico; ambos dedicados a seducir a los que acaban siendo los paganos expoliados, cuando la cruda realidad finalmente aflora.
La reforma constitucional ni pone cifras al límite ni impide actuaciones de emergencia; el cambio propuesto indica una tendencia y un modo de hacer política, que ya están contenidos en la Constitución, por lo que se produce redundancia, al no añadir algo realmente nuevo. Lo que introduce la reforma es un gesto demostrativo de seriedad, ¿por qué se nos pide? Lo vergonzoso es haber dado lugar a que se nos pida lo obvio.
Me interesa insistir en la queja desde la izquierda, porque yo me sitúo en esa ubicación. Creo que la izquierda de verdad, en lo inmediato, tiene dos frentes económicos de posibilidades mayestáticas: la eficacia fiscal y la política impositiva. Eficacia fiscal combatiendo la economía sumergida y el fraude fiscal, ambas realidades impropias en un país con sentido de lo público. Adecuación impositiva acorde con el sentido común de que pague más quien gana más, otra realidad que en nuestro país está en mantillas.
Si de verdad se quiere hacer política de izquierda se puede hacer; hay recursos potenciales sobrados y necesidades sociales colectivas en las que invertir, pero invertir no es solo gastar, hay que proponerse objetivos y cumplirlos. Por ejemplo, afrontar la educación con sentido de Estado en vez de manipular nuestras estadísticas sobre resultados educativos, trampeando con el procedimiento de medición; o afrontar el tercermundismo de nuestra Justicia y sacarla de su marasmo y de su parálisis, en vez de intervenir politizando tribunales o induciendo órdenes subliminales.
Además, la izquierda de verdad tiene otras tareas pendientes; ojalá el acuerdo con el PP no sea flor extemporánea. Ojalá hagan conjuntamente análisis y ejercicio de contricción sobre el modelo de Estado al que dan pábulo y soporte. Urge una revisión honesta del funcionamiento de las administraciones públicas.
No es de izquierdas dilapidar lo que es de todos para complacer a unas administraciones que duplican, triplican y eneplican las funciones, y que, por ello, en lugar de mejorar las prestaciones, lo que hacen es menguarlas. Unas administraciones que no dan la cara para ahorrar ni para recaudar y que siempre están poniendo la mano para pedir y para chantajear.
Tampoco es de izquierdas dejar en manos del PP el sentido de Estado. Aun no se ha superado en las geografías con nacionalismos aquello de que para ser de izquierdas hay que ser nacionalista y que para votar a la izquierda hay que votar nacionalista. Tampoco se combate desde la izquierda la discriminación sutil o literal a la que se somete a la población civil en derechos y en oportunidades según sea o no “de los nuestros”. No se olvide que en España tenemos represaliados y exiliados de sus propias comunidades.
¿Cuándo la izquierda de verdad, de tradición socialista y comunista, va a comprender que la llamada profundización del estado autonómico viene dictada por la ideología, el programa máximo y los chantajes de los nacionalismos?, ¿Cuándo va a percibir que la esencia del nacionalismo descansa en dos pilares perversos, cuales son el egoísmo social y el narcisismo grupal?; ¿Tienen que ver algo con los valores de la izquierdas esos pilares?
Olegario Ortega, 5 de Septiembre de 2011
miércoles, 20 de abril de 2011
EL PANTANO DEL PSC
El discurso de la diputada social-catalanista, Montserrat Tura (PSC), en el reciente debate de la proposición de ley sobre la independencia en el Parlamento autonómico de Cataluña ha pasado desapercibido y, vista la carga de profundidad que contenía, merecía más atención. Tras la decepción que ha supuesto la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía, el PSC considera que la Constitución no se ajusta a sus aspiraciones y defiende su reforma.
Vista la situación económica del país, no parece que el PSOE cuente con cuerpo suficiente para retomar el ciclópeo tema de la reforma constitucional. La revisión de la Constitución se aparcó en febrero de 2006 tras conocerse el dictamen que elaboró, por encargo del Gobierno, el Consejo de Estado. Este dictamen apuntaba en la dirección contraria a la pretendida por el socialismo catalán, abogaba por el reforzamiento de los principios de solidaridad e igualdad y de los mecanismos de cooperación y colaboración entre el Gobierno y las CCAA y de éstas entre sí.
El intento del Estatuto de Autonomía de reformar la Constitución por la puerta trasera se ha cerrado con un planchazo del Tribunal Constitucional del que todavía se resienten las narices nacionalistas. El juego de las mayorías parlamentarias y el fracaso del atajo inconstitucional diseñado entre los grupos catalanistas y el Gobierno, en manos de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), sólo permite la reforma de la estructura autonómica mediante la connivencia entre los dos grandes partidos españoles. El PSC se opone a ello, y su actual presidente en el Parlamento autonómico, Joaquim Nadal, ha advertido de que la reconsideración del proceso autonómico no se puede hacer mediante un acuerdo entre el PSOE y el PP.
Nuevamente, el papel del PSC en el auca catalana es el de envenenar el terreno mediante la confusión. En las últimas elecciones autonómicas los socialistas se presentaron como el dique para detener la independencia y ahora algunos de sus miembros, Toni Comín y Joan Ignasi Elena, retornan a un discurso indefinido que alberga la alianza de su peculiar forma federalista con los independentistas. Las grietas que contribuyen a abrir son tan grandes que pueden llegar a reventar el pantano constitucional.
Es el momento de lo contrario. España precisa de una estabilidad institucional que sólo es posible a través del acuerdo de los dos grandes partidos nacionales sobre el diseño autonómico. La existencia de un fuerte sentimiento nacionalista en Cataluña y el País Vasco y, en menor medida, en Galicia y las Islas Canarias, es innegable pero la estructura del Estado no debe depender prioritariamente de la voluntad de los grupos separatistas, sino de aquellos que defienden la viabilidad de la Nación española.
Por ello, el nuevo marco estatutario que ha quedado definido a raíz de las recientes sentencias del Tribunal Constitucional debe replantearse retomando el espíritu de los acuerdos autonómicos de 1981 entre el PSOE y la UCD o de 1992 entre el PSOE y el PP. Por cierto, este último dio lugar a la Ley Orgánica 9/1992 que en su exposición de motivos declara que el desarrollo de la estructura territorial del Estado se concibe ‘como una cuestión que afecta a su esencia misma y que, por tanto, debía ser objeto de un consenso fundamental entre las diversas fuerzas políticas que expresan el pluralismo político en nuestras Cortes Generales‘.
La aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña ha sido desestabilizadora porque rompió, por primera vez, la dinámica del consenso fundamental entre las dos grandes formaciones nacionales en materia autonómica. Es imprescindible recuperarla.
José Domingo
martes, 29 de marzo de 2011
POLVOS ESTATUTARIOS Y CRISIS DEL CATALANISMO
lunes, 14 de febrero de 2011
UNA GALA COMO PARA ECHARSE A TEMBLAR
Será porque soy desconfiado -que de adivino no tengo ni la sombra-, pero anoche, mientras veía la gala de Los Goya -¡mira por dónde y sin haber visto ninguna de las películas que concurrían!- iba acertando a quién le caería el premio cabezón, a medida que aparecian los nombres de los seleccionados.
No creo que fuese difícil de descifrar la clave siendo, como es, que estos premios, salvo esta última etapa bajo la presidencia Alex de la Iglesia, no se han distinguido por una gran transparencia… o mejor dicho, sí, sí se ha caracterizado por una suma transparencia; no hay más que recordar que seguramente una de las peores películas de todos los tiempos –estoy dispuesto a discutirlo con quien sea- acaparó, si no estoy en un error, la mayor cantidad de estatuillas que se han dado a una misma cinta, a lo largo de sus 25 años de existencia; pero claro, había que hacerle la cusqui al director manchego. Lo mejor del caso es que el premio terminó por llevárselo en esa ocasión la AACCE, al conseguir Almodóvar el de la otra academia, la de allende los mares y algunas que otras tierras.
Pero la razón por la que creo que era tan previsible todo, es porque, supuestamente, alguna influencia debe de tener la Ministra Sinde –que así es conocida, más que nada por la ley que ha impulsado recientemente- en la Academia, y, supuestamente, alguna influencia debe de tener sobre ésta su jefe, el Presidente J. L. Rodríguez Zapatero y sobre éste -que estaba dispuesto a aprobar el Estatut que le llegase de Cataluña, sin más, y que está dispuesto a saltarse la Ley con tal de remendar los recortes del TC- el President, que tantas penas le puede quitar de encima… en resumidas cuentas, que para Alex de la Iglesia, que partía de favorito, lo justo… en cambio, ¡ay, en cambio!, en cambio para “Pa negre”… pues eso, lo visto.
Me temo que, quienes estemos por eso de reivindicar los derechos de ciudadanía que el nacionalismo excluyente nos ha usurpado, tendremos que apretarnos los machos y echarnos a temblar. O dicho en el román paladín de hoy: que lo vamos a tener crudo.
Vale, vale, que ya he dicho al principio que soy muy desconfiado... que sí, pero que ojalá, como tantas veces, esté errado.
Juan Alonso
miércoles, 2 de febrero de 2011
CUMPLIR LAS SENTENCIAS
Este deber constitucional que promulga la Constitución Española en su art. 118 parece ser que, últimamente, presenta excepciones según territorio y materia de aplicación. Así, en Cataluña, ellos, los constructores de naciones, tan demócratas en sus falaces veleidades nacionalistas, han elevado, de manera unilateral, la insumisión a rango de norma. Es para CiU, ingenieros del nacionalismo catalán, con su cara mano de obra tripartita los que consideran que las Sentencias del Tribunal Constitucional y del Supremo en las que obligan a la Generalidad de Cataluña a adaptar su sistema de enseñanza’ para ‘que el castellano sea reintroducido como lengua vehicular de forma proporcional y equitativa en relación al catalán en todos los cursos del ciclo de enseñanza obligatoria’ son amenazas y ataques a la identidad de Cataluña por incidir en su jesuitico “dadme los primeros 8 años de una persona y podéis quedaros con lo demás”. Las escuelas utilizadas para impartir dogma.
Qué pobreza de argumentos al utilizar la lengua, mero instrumento de comunicación, elevándola a columna vertebral de la falacia nacionalista una vez que los Rh han perdido por inconsistentes su potencial factor de identidad y se amparan en la lengua arrogándose estos la capacidad de erigir a una como “propia” en detrimento de otra. La una y la otra. Treinta años, si no más, llevamos con ello y como siempre, los que tenemos la ley de nuestro lado, los que sólo exigimos que se cumplan íntegramente las sentencias, que los currículos escolares sean el reflejo de la legalidad somos tachados de españoles. Pues sí, somos españoles, vivimos en España y queremos seguir siéndolo en esta España que algunos pretenden desmembrarla a costa de todos los españoles.
Esta situación no es novedosa. Han transcurridos treinta años del conocido popularmente “Manifiesto de los 2300″ y sigue siendo vigente por que:
. La situación cultural y lingüística de Cataluña es la de la subvención.
· La libertad, tolerancia y respeto entre todos y para todos los ciudadanos de Cataluña brilla por su ausencia.
· No hay razón democrática que justifique el propósito de convertir el catalán en la única lengua oficial de Cataluña cuando la realidad social catalana es plural y bilingüe.
· Los poderes públicos desprecian el uso público y oficial del castellano y el derecho a recibir la enseñanza en la lengua materna.
· El Gobierno central se pone de perfil y evita salvaguardar los derechos lingüísticos de los ciudadanos reconocidos en la Constitución y en el Estatuto de autonomía.
· El gobierno de la Generalidad de Cataluña está utilizando la coacción para imponer una lengua sobre otra cuando ambas, catalán y castellano, son lenguas oficiales.
- El desarrollo de la lengua y cultura catalana no debe hacerse a costa de empobrecer y desprestigiar la lengua castellana y viceversa…
· El derecho a ser educado en castellano ni se cumple, ni está garantizado.
· Los distintos gobiernos de la Generalidad de Cataluña, lejos de respetar los derechos de los individuos están contribuyendo a fracturar la sociedad catalana.
Seguimos reivindicando el modelo bilingüe en la enseñanza, en la calle, en los negocios. Seguimos reclamando la libertad de elección. Seguimos reivindicando la igualdad. Seguimos reivindicando el cumplimiento de la legalidad y la Asociación Impulso Ciudadano rememorará el próximo 12 de marzo esa reivindicación en un acto público en la ciudad de Barcelona porque, tal y como concluía el “Manifiesto por la igualdad de los derechos lingüísticos en Cataluña” en el 1981:
María Turruchel Alcantud