Bien como riendo,
dixo: --«Bien vengades;
que ya bien entiendo
lo que demandades…
(‘La vaquera de la Finojosa’. Marqués de Santillana)
La trifulca entre Maragall y Montilla -respecto de la fatiga ciudadana- pone en evidencia, una vez más, las dos almas del PSC, la nacionalista, por un lado, y la más-nacionalista, por otro, la que quiere marcar perfil propio frente al socialismo español y la que, directamente, quiere soltarlo como lastre. Nada nuevo. Lo sorprendente, lo excepcional del caso, es que el conseller haya querido dirimir estos asuntos, mediante artículo impreso, en público y con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina. Ante la irritada respuesta del president, arropado por el PSC de barrio, la rauda reacción del selecto PSC de San Gervasi, en apoyo de su compañero Ernest, ha sido reveladora: forzar el debate interno del partido, antes de las elecciones, con el objetivo de elevar el listón patriótico a escala estratosférica, si cabe.
No importa que se tracen fronteras internas con los rasgos lingüísticos y culturales como motivo de inclusión y de exclusión, esas dos almas del PSC incurren, una algo más que la otra, en claro desprecio a los derechos personales y a la autonomía individual que, más o menos, todo nacionalismo practica.
Dadas las encuestas que manejan los partidos catalanes no está claro que pueda repetirse la entessa de progrès, que es lo que fundamentalmente le preocupa a Montilla, de ahí que los halcones del PSC quieran deshacerse de los socios inmaduros y retomar el discurso de la sociovergencia en claro guiño al nacionalismo conservador de CiU, aunque Montilla perdiera la presidencia de
17/10/2010 - A. Sánchez Ponce
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