Traducción al castellano por su mismo autor, Juan Antonio Cordero, del artículo que se publicó el día 16 de febrero de 2010, en el diario francés “Libératión”:
Respecto a la información publicada en Libération el 16 de febrero de 2010, « Hollywood, doublage et tollé catalan », me gustaría hacer algunas precisiones, en tanto que lector del diario y ciudadano catalán interesado en la cuestión:
La noticia define el catalán como la lengua « comprendida por más o menos el 85% de los 7 millones de Catalanes ». En realidad, sólo el 56% de Catalanes conocen propiamente esta lengua (eso implica las cuatro competencias básicas: entender, hablar, leer y escribir), contra un 90% de Catalanes que hablan, entienden, leen y escriben con fluidez en castellano o español (datos de la Encuesta lingüística de Cataluña, 2007, Idescat). Esto significa que la sociedad catalana es una sociedad bilingüe, en la que mucha gente maneja las dos lenguas oficiales (español y catalán), pero que es mayoritariamente hispanohablante (Encuesta de usos lingüísticos, 2008, Idescat). Esta situación explica la escasa presencia "natural" del catalán en las salas de cine, debida a la débil demanda de la población.
El texto explica también que en los últimos diez años, el catalán ha conocido un amplio auge debido a la « vigorosa política de promoción y subvenciones » por las autoridades locales. Hay que hacer notar que la política lingüística sobre el catalán tiene una fuerte componente nacionalista e identitaria y se ha desarrollado sin interrupción desde 1980, pero no se ha limitado a la simple promoción de la lengua. Al contrario, está orientada a la exclusión completa del castellano y a la prohibición de hecho de su uso oficial, sobre todo en el ámbito de las AA.PP. regionales y locales: así, el catalán se ha convertido no sólo en lengua obligatoria, sino también exclusiva en la rotulación oficial, en la educación (donde los profesores pueden incluso ser penalizados si utilizan el castellano para dirigirse a los alumnos) y los medios de comunicación públicos regionales y locales (sobre todo, TV3). En este contexto, el proyecto de ley sobre el doblaje de las películas forma parte de una campaña más amplia para extender progresivamente al conjunto de la sociedad y a las relaciones privadas entre individuos la exclusión del español que ya se ha producido en la Administración sub-estatal y en los servicios públicos correspondientes. De nuevo, la sanción y el castigo, junto con la disuasión económica, juegan un papel esencial en la estrategia: aparte de la ley sobre el cine, los propietarios de comercios y PyMES que tengan sus rótulos en castellano y no en catalán se exponen a multas de hasta 10000 euros.
El artículo constata que la política lingüística de las autoridades locales catalanas irrita « la esfera mediático-política de MAdrid » y, en el caso concreto del proyecto de ley sobre el cine, ha puesto « al mundo del cine en Cataluña [..] en pie de guerra ». Pero el malestar y la contestación provocadas por las tentativas del poder regional de erradicar el castellano no han cesado de aumentar en los últimos años, y alcanzan en la actualidad una parte significativa y creciente de la sociedad civil catalana. De momento, la política de exclusión lingüística es combatida por varios partidos políticos a izquierda y a derecha, por numerosas asociaciones críticas (entre ellas, la asociación a la que pertenezco, Impulso Ciudadano) e incluso por corrientes socialistas disidentes del PSC (fuerza mayoritaria de la coalición gubernamental).
El escenario social y político catalán está marcado por una fuerte crisis económica y social (Cataluña es la región española con una de las mayores tasas de destrucción de empleo y de tejido productivo), la creciente desconfianza de los ciudadanos respecto a las instituciones autonómicas y las élites nacionalistas, las crisis de socialistas e independentistas y las malas perspectivas electorales de la coalición en el poder para las próximas elecciones regionales (previstas en noviembre de 2010). En este contexto, el endurecimiento del régimen lingüístico y del tono identitario es un último intento de evitar la derrota y desplazar cueste lo que cueste el centro de gravedad del debate político catalán de la cuestión social, donde el balance gubernamental deja mucho que desear, al tema lingüístico-identitario, donde la mayor parte d ela clase política regional se siente mucho más cómoda. Incluso aunque ello implique la creación de nuevas fracturas y problemas sociales allí donde no existían.
Juan Antonio Cordero
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