No tengo mucha idea de fútbol -más bien nula-, pero aún así soy capaz de deducir que lo que intenta hacer ese megalómano que responde al nombre de Joan Laporta, al querer crear una “liga ibérica” entre Portugal, España y Cataluña, no lo hace tanto por motivos deportivos, como por darle un rango de nación a Cataluña, por lo bajini y a la subrepticia.
Debe de tratarse de una especie de monomanía inducida, pero monomanía al fin, de fácil implantación en los cerebros mononeuronoles, en las molleras con orejeras, en las seseras de poco calado, incapaces de ver más allá del escaso campo de visión que sus propias brumas les permiten atravesar: les importa un carajo si con sus tontas manías de autocomplacencia, perjudican a uno o a mil; ellos quieren, como cualquier niñato que se precie, salirse con la suya a cualquier precio: “La pelota es mía”.
Son poca cosa, en realidad, y como tal tendríamos que tomarlos, si no fuese porque con su agrupación, la agrupación de los mentecatos en pos de la vacuidad, están llevando las cosas a un punto de difícil retorno. Y lo que es peor, al retorno de los españoles que vinieron de otras tierras, o a sus vástagos, a retornar a sus lugares de procedencia: “La pelota es mía”.
Ahora le ha tocado a una compañera de esta asociación, de Impulso Ciudadano, a Primi Muñoz, una mujer joven, activa y comprometida en la lucha para evitar que se vulneren derechos a una parte de ciudadanos en Cataluña; ciudadanos que deberían de serlo de pleno derecho, pero que, por causa de las políticas discriminatorias del tripartito, auspiciadas por un Gobierno -el central- descabezado y a la deriva, no son más que moneda de cambio para los intereses espurios de unos y otros.
No es el primer caso ni será el último; todos conocemos a muchos que han tenido que abandonar su proyecto personal o familiar, sencillamente porque hay quien, para sentirse algo, necesita estar agrediendo a sus semejantes: hoy es por medio de un nacionalismo excluyente y mañana puede ser por otra cosa. El caso es que quien no se siente bien dentro de su piel, tiene que pasársela jodiendo al prójimo.
A ver si alguna vez se enteran estos botarates de que la payasada flamígera no puede sustituir a la disquisición racional… pero mientras tanto, tendremos que despedir a Primi con nuestro más afectuoso abrazo.
La pelota es de todos.
PD: El alejamiento es sólo físico, puesto que seguirá trabajando vía internet con nosotros.
Debe de tratarse de una especie de monomanía inducida, pero monomanía al fin, de fácil implantación en los cerebros mononeuronoles, en las molleras con orejeras, en las seseras de poco calado, incapaces de ver más allá del escaso campo de visión que sus propias brumas les permiten atravesar: les importa un carajo si con sus tontas manías de autocomplacencia, perjudican a uno o a mil; ellos quieren, como cualquier niñato que se precie, salirse con la suya a cualquier precio: “La pelota es mía”.
Son poca cosa, en realidad, y como tal tendríamos que tomarlos, si no fuese porque con su agrupación, la agrupación de los mentecatos en pos de la vacuidad, están llevando las cosas a un punto de difícil retorno. Y lo que es peor, al retorno de los españoles que vinieron de otras tierras, o a sus vástagos, a retornar a sus lugares de procedencia: “La pelota es mía”.
Ahora le ha tocado a una compañera de esta asociación, de Impulso Ciudadano, a Primi Muñoz, una mujer joven, activa y comprometida en la lucha para evitar que se vulneren derechos a una parte de ciudadanos en Cataluña; ciudadanos que deberían de serlo de pleno derecho, pero que, por causa de las políticas discriminatorias del tripartito, auspiciadas por un Gobierno -el central- descabezado y a la deriva, no son más que moneda de cambio para los intereses espurios de unos y otros.
No es el primer caso ni será el último; todos conocemos a muchos que han tenido que abandonar su proyecto personal o familiar, sencillamente porque hay quien, para sentirse algo, necesita estar agrediendo a sus semejantes: hoy es por medio de un nacionalismo excluyente y mañana puede ser por otra cosa. El caso es que quien no se siente bien dentro de su piel, tiene que pasársela jodiendo al prójimo.
A ver si alguna vez se enteran estos botarates de que la payasada flamígera no puede sustituir a la disquisición racional… pero mientras tanto, tendremos que despedir a Primi con nuestro más afectuoso abrazo.
La pelota es de todos.
PD: El alejamiento es sólo físico, puesto que seguirá trabajando vía internet con nosotros.
Juan Alonso
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